Tu y yo... por siempre.

ADVERTENCIA : Este fanfic es continuacion de "Tú y yo" --> Leer Aqui♥
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“Sentía aun su aliento sobre mi cara, a pesar de estar “dormido”, era consciente de todo lo que pasaba a mi alrededor. Otra vez iba a irse sin despedirse… ¡¡Cuánto lo odiaba!! Siempre estaba rompiendo sus promesas, pero no le diría que se quedara, eso no era propio de mí. Así que como siempre, solo lo deje marchar”
El menor se levanto de la cama, con resignación, ya no podría seguir durmiendo.
-ah… que paja- se estiro a su antojo y se coloco unos pantalones. Y se dispuso a bajar a desayunar pero algo en su pecho le decía que no era una buena ida. Tenía un mal presentimiento.
El moreno bajo las escaleras y a penas se metió en la cocina escucho un fuerte ruido proveniente del exterior.
-¿Qué mierda?- corrió hasta la puerta principal y sin pensarlo dos veces salió de la casa en busca de algo, que ni siquiera él sabía lo que era. Su corazón latía a mil por hora, el mal presentimiento se incrementaba y el nombre del mayor rebitaba insistentemente en su cabeza, -Vardoc…- soltó un susurro de forma inevitable.
Recorrió las calles incesantemente buscando indicios del sonido, pero no fue hasta que llego a la avenida principal donde encontró la respuesta de todo. Ahí frente a sus ojos se presentaba el horror… había mucha sangre, gente, una ambulancia, policías… y dos autos estrellados… uno de esos  autos era el de su amigo.
-¡¡Nico!!- el grito salió cargado de dolor y desgarrándole la garganta. No podía creer que estuviese pasando, si tan solo hace un par de horas estaba a su lado.
Corrió hasta la multitud empujando a la gente hasta llegar al frente y vio dos bultos tapados con sabanas blancas y más allá en la ambulancia a una mujer que se cubría el rostro, de seguro estaba llorando. Pero por más que busco, no lo vio por ningún lado, así que con pesar se encamino hasta los “bultos” blancos sin escuchar a los policías que le pedían que se alejara… solo quería verle por última vez.
“Y ahí creo que se rompió algo dentro de mí, levante una de las sabanas por puro instinto y lo vi, tranquilo… con los ojos cerrados y  un pequeño hilo de sangre saliendo de la comisura de su boca… le abrace y llore… ya no podía hacer nada, no me había despedido de él, no le había dicho que le amaba… no le pedí que no se fuera de mi lado. Esa sería la última vez que lo vería. Y sinceramente quise morir con él”
Aun después de tanto tiempo, no perdía la costumbre de ir cada domingo a visitarlo, y llevarle una lata de cerveza, por los viejos tiempos donde gracias a ese tipo de bebidas eran capaces de decirse las verdades a la cara… y el mismo era capaz de entregarse sin quejas al mayor.
Aquel domingo sin embargo, fue un poco diferente porque cuando se acercaba a la tumba de su “rival” vio a otra persona sentada al lado, quizás otro de sus amigos al fin y al cabo estaba en Temuco y ahí era donde vivían casi todas las personas que lo conocían. Sin inmutarse camino hasta la tumba y se percato de quien era.
-Hola Cristian- la voz de una mujer le saludo cordialmente
-Hola Katherine- hace mucho que no la veía, quizás desde el funeral, hace varios años atrás. La miro detenidamente y se dio cuenta de  que él no era el único que sufría. Ella también lo extrañaba.
El ambiente se hizo tenso, ninguno de los dos estaba muy cómodo con la presencia del otro, pero que se le iba a hacer.
-Mamá- una voz rompió la tensión y obligo a Xoda a voltearse.
-¿Él es….?- sus palabras se atoraron en su garganta, un pequeño niño lo miraba con curiosidad. La situación hizo que su estomago se contrajera. Definitivamente ese pequeño era hijo de Nicolás.
-Nico, es hora de irnos- Katherine le tomo la mano al pequeño y sin mirar a Xoda le susurro, - El Nico no lo sabía, de hecho los policías dijeron que el choque se produjo porque viro en sentido contrario. De seguro se arrepintió de volver a Temuco. Al fin y al cabo… el te amaba a ti-
Xoda se dejo caer en el suelo y abrió una de las latas de cerveza.
-Así que a pesar de todo… siempre habríamos sido… tú y yo-